Entrevista al Sr. Embajador Diego Arria, sobre la «Fórmula Arria», reuniones informales de la ONU con agentes externos
Publicado en Volumen 9 – 2016, Nº. 1
Resumen:
Es un gran honor para Revista de Mediación tener la oportunidad de entrevistar en exclusiva a una de las figuras más importantes de las relaciones internacionales, así como una figura política muy relevante de Venezuela, D. Diego Arria Salicetti.
En la tradicional visita a las Naciones Unidas en Nueva York del Inter-American Defense College de Washington D.C., entidad educativa de la Junta Interamericana de Defensa, organismo independiente de la Organización de los Estados Americanos (OEA), tuvimos la oportunidad de encontrarnos con él y mantener una interesante conversación que dio lugar y abrió las puertas a la presente entrevista.
Aunque su extensísima y destacable trayectoria podría llevarnos a múltiples espacios, desde la Yugoslavia de Milošević o el genocidio de Ruanda, pasando por el Apartheid de Sudáfrica, hasta la más reciente Venezuela de Chávez y de Maduro, Revista de Mediación, en su fin de dar a conocer medios de resolución de conflictos y controversias y profundizar en prácticas que fomentan la cultura de la paz, desea centrarse en conocer el proceso de consultas informales que nuestro entrevistado creó e impulsó en 1992 en Naciones Unidas durante su breve pero influyente periodo como Presidente del Consejo de Seguridad; encuentros que aún hoy funcionan con bastante éxito, facilitando la apertura de dicho organismo a organizaciones externas, y que lleva merecidamente su nombre, «Fórmula Arria». Supone este medio la primera y más significativa apertura del Consejo de Seguridad de la ONU, habitualmente acusado de hermetismo, a agentes, personalidades y organizaciones internacionales.
Antes de presentar en mayor profundidad al entrevistado para aquellos que aún no le conozcan, y de pasar a las preguntas y respuestas de esta entrevista, deseamos agradecer sinceramente al Embajador Arria por su disposición, por su tiempo, por su impecable actitud y su gran cercanía durante todo el proceso que se ha desarrollado para poder traer hoy a nuestros lectores esta entrevista.
Fórmula Arria – Naciones Unidas Origen y concepto de la fórmula arria
– La primera pregunta es casi una obligación: ¿Qué es la Fórmula Arria?, ¿en qué consiste?
– La Fórmula Arria hace referencia a los encuentros informales que se llevan a cabo entre los miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas con agentes externos al propio Consejo.
Su fin es promover el diálogo directo con los distintos agentes implicados en un conflicto, desde altos representantes de los gobiernos a organizaciones internacionales, que facilite a los miembros del Consejo de Seguridad tomar decisiones informadas de asuntos relevantes, comprendidos en el ámbito de responsabilidad del Consejo de Seguridad.
En los encuentros de la Fórmula Arria se ha logrado agregar actores no gubernamentales a sumarse como invitados con sus puntos de vista sobre cuestiones que les afectan, para construir una imagen más rica de lo que está sucediendo.
Es, por tanto, un medio para poder interactuar, dialogar, debatir y cooperar con representantes y agentes externos en un contexto de confidencialidad y en un ambiente más informal.
– ¿Cómo nació la llamada Fórmula Arria; en qué momento y bajo qué condiciones surge?
– Nace en marzo de 1992, en relación con el conflicto en los Balcanes, durante el periodo en que yo presidía el Consejo de Seguridad de la ONU. Aproveché esa circunstancia para generar una modalidad que, como vemos ahora, se ha convertido en una modalidad informal permanente.
Y nace al yo observar que las principales víctimas del conflicto, que eran los bosnios musulmanes, no tenían acceso directo e informal al Consejo de Seguridad. De hecho, la primera de lo que hoy se llama Fórmula Arria fue una invitación que les hice a los embajadores miembros del Consejo de Seguridad del que yo formaba parte en ese momento, a tomar un café con un sacerdote franciscano croata, el padre Jozo Zovko. Era en un ambiente absolutamente informal.
En aquel momento la guerra estaba empezando en Croacia. El lugar se llama Mdujorge. Me entrevisté con este sacerdote, que me había visitado en mi embajada, la Misión de Venezuela ante las Naciones Unidas, en Nueva York, de la cual yo era representante, para relatarme cómo estaba aumentando la violencia entre serbios y croatas, y me contó episodios atroces que había presenciado. La descripción que hizo era tan horrible que contrastaba muchísimo con la ausencia de información de estos hechos que se recibía por parte de la Secretaría General de las Naciones Unidas; lo cual me escandalizó.
– Tenemos entendido que este sacerdote croata había solicitado previamente entrevistas con otros miembros del Consejo de Seguridad de la ONU y que todos se habían negado salvo usted. ¿Es así como ocurrió?
– Así ocurrió. Y me causó tanta impresión que decidí convocar a los demás miembros a tomar café con este sacerdote en la sala de los delegados para que nos contara a todos lo que previamente ya me había contado. La excusa del café funcionó. 10 de los otros 14 miembros del Consejo de Seguridad asistieron, y quedaron impactados.
– ¿Fue esto lo que le llevó a plantear una alternativa a las reuniones oficiales?
– Tenga en cuenta que este procedimiento tan informal nunca se había llevado a cabo. No era posible que el Consejo aceptara escuchar a este sacerdote en las reuniones oficiales, por lo que invitarles a un café informal parecía una opción viable. Y así ocurrió.
– ¿Qué efecto tuvo esa segunda reunión ya con los miembros del Consejo de Seguridad presentes?
– Me di cuenta ese día, después de terminar esa reunión, del efecto que había tenido sobre el ánimo de algunos de los embajadores que, como yo, estábamos sorprendidos que hechos tan graves no fuesen de nuestro conocimiento. En ese sentido fue un éxito. Nacía así la Fórmula Arria, aunque en ese momento jamás pensé que acabara estableciéndose como una práctica habitual.
– ¿Qué ha logrado la Fórmula Arria?
– Agregar actores de la comunidad internacional no gubernamentales, etcétera, a sumarse con sus puntos de vista, contribuyendo a un mejor conocimiento de las realidades que se encuentran en el mundo y enriqueciendo la visión del Consejo de Seguridad, que oficialmente sólo se nutre de los informes de la Secretaría General de las Naciones Unidas. Esa es una de las grandes virtudes que tiene la Fórmula Arria. Permite tener acceso a información distinta, de observadores reales en el conflicto, no sólo de los gobiernos; información que los países grandes pueden no necesitar porque tienen sus propios observadores en el terreno, pero que deja a los países no permanentes dependientes de la información que los grandes deseen darles. La Fórmula Arria ha permitido en muchas ocasiones que estos miembros puedan percatarse de las mentiras que algunos países sostenían en el Consejo de Seguridad. Ha ayudado, por tanto, a abrir una puerta a los países pequeños a la realidad que esté ocurriendo en el tema concreto que esté a debate, sin depender tanto del monopolio de información que suelen poseer los grandes.
– ¿Qué diferencia la Fórmula Arria de otras prácticas llevadas a cabo en la ONU?, ¿cuál es su secreto o aquello que aporta como diferencia a lo que ya existía?
– La Fórmula Arria tiene una gran flexibilidad para que el Consejo no sólo pueda interactuar, sino enriquecerse en su conocimiento por la diversidad de actores de la comunidad internacional que pueden asistir.
Las «Consultas Informales» del Consejo de Seguridad, que así se llaman, son las reuniones privadas del Consejo de Seguridad y tienen reglas provisionales que son del año 45, que se han quedado «de esa manera».
Esas reuniones no son las que se ven en televisión. Ocurren en un cuarto pequeño, donde sólo se reúnen los 15 miembros del Consejo de Seguridad; donde no hay prensa, no hay medios de comunicación, y oficialmente no hay registros oficiales de lo que se dice. Es la sala donde se da la más franca discusión posible en la agenda de las Naciones Unidas. Se supone que no hay arreglos, que lo que se diga allí no compromete a ninguno de los representantes del Consejo de Seguridad.
La Fórmula Arria es una modalidad también informal y confidencial, y no compromete a ninguna acción; pero si bien las informales son oficiales y es el presidente del Consejo de Seguridad el que las convoca, en la Fórmula Arria, cualquier miembro del Consejo de Seguridad puede hacer la convocatoria.
Lo importante es que se hace a discreción de los miembros del Consejo de Seguridad. De hecho así fue y sigue siendo. Y se realizaron infinidad de reuniones con esa Fórmula Arria.
Formato de la Fórmula Arria
Para entender cuál es el procedimiento oficial actual de la Fórmula Arria, hemos acudido a la propia web de la ONU, en la que, en relación a esta práctica, señala: «Las reuniones celebradas con arreglo a la «fórmula Arria» se distinguen de las consultas del pleno en los siguientes aspectos:
Estas reuniones oficiosas, que no constituyen una actividad del Consejo, se convocan por iniciativa de uno o varios miembros del Consejo de Seguridad. Cada miembro decide si participa en estas reuniones y se han dado casos en los que los miembros han optado por no asistir.
Las reuniones se celebran en una sala de conferencias, y no en la sala de consultas del Consejo de Seguridad.
El convocante cursa una invitación por escrito a los otros 14 miembros en la que se indica el lugar, la fecha y la hora de la reunión con arreglo a la «fórmula Arria», así como el nombre de la parte que intervendrá, mediante un fax enviado por su Misión, en lugar de mediante una notificación de la Secretaría.
No se anuncian en el Diario de las Naciones Unidas.
A no ser que se los invite, no se espera que los miembros de la Secretaría asistan, a excepción de los intérpretes y un oficial de conferencias.» (http://www.un.org/es/sc/about/methods/bgarriaformula.shtml)
– ¿Quién puede cursar la invitación a participar?
– Aunque en esa primera ocasión en 1992 y en alguna más, fui yo quien convocó como Presidente del Consejo de Seguridad en ese período, uno de los puntos interesantes de la Fórmula Arria es que la invitación formal o convocatoria la establece cualquier miembro del Consejo de Seguridad de la ONU, y no sólo los miembros permanentes o a propuesta del Secretario General, como en otras reuniones. De hecho, lo habitual es que el Secretario General no esté presente. Pero tal propuesta puede venir de una solicitud hecha previamente por las propias organizaciones interesadas en que se debatan sus cuestiones de conflicto, y que han tenido acceso y/o han despertado el interés de uno o más de los miembros del Consejo de Seguridad. Esto facilita una apertura del Consejo de Seguridad a muchas cuestiones que, de otra manera, no se producirían.
– ¿Quién actúa como moderador y cuáles son los principios y prácticas aceptadas para esta figura?, es decir, ¿qué puede y qué no puede hacer desde esta función de moderador?
– El embajador o los embajadores que invitan a la reunión son los que moderan y los que actúan como organizadores, pero durante los encuentros su papel, como el de cualquier otro miembro presente, es participar en dicho diálogo.
– ¿Se llega a algún tipo de acuerdo durante la fórmula Arria?
– La Fórmula Arria sirve exclusivamente para debatir, para discutir; y evidentemente cuando hay debate, cuando hay discusión, cuando hay intercambio entre partes que no forman parte regular del Consejo de Seguridad se enriquece la discusión, y de hecho hay experiencias donde en muchos casos ha contribuido a que luego se tomen decisiones formales gracias a este tipo de decisiones importantes.
Al tratarse de reuniones informales de discusión y diálogo, el objetivo no es tomar decisiones en las mismas, sino estar al corriente de las distintas visiones sobre un asunto en cuestión. Los invitados no tienen voto porque no es el objetivo de ello tomar en ese momento ninguna decisión, sino crear un espacio de diálogo y acceder de primera mano a información importante. Ahora bien, la información aportada en los encuentros es fundamental en muchas ocasiones para que el Consejo de Seguridad de la ONU pueda tomar decisiones debidamente informadas.
– ¿Cómo hacen para superar las posibles reticencias de aquellos miembros reacios a recibir a una parte concreta de un conflicto? Por ejemplo, si un miembro del Consejo de Seguridad plantea una reunión, ¿tienen los demás miembros posibilidad de veto para que esta reunión no se produzca?
– Por ser reuniones informales y no oficiales evidentemente no tienen un alto grado de compromiso, pero tienen una gran ventaja: no se puede vetar. No es obligatorio asistir. De hecho, una forma de mostrar el desacuerdo es no asistir; pero no se puede vetar. Esa es una gran diferencia entre las reuniones oficiales, formales e informales, del Consejo de Seguridad y la Fórmula Arria. De todas formas, no es usual que no asistan. Al final acaban asistiendo.
Hay temas que determinados miembros del Consejo de Seguridad no quieren que se traten en el Consejo de Seguridad. Y otros miembros que sí les interesa el tema, saltan ese obstáculo convocando una Fórmula Arria; con lo cual obligan, en cierta medida, a que el tema no pase desapercibido y sea tratado, aunque sea de manera informal. Eso pasó la semana pasada con Rusia, que no quería abordar un tema, pero otros países propusieron una reunión con la Fórmula Arria, y finalmente Rusia aceptó participar.
Hay algunas reuniones en que los miembros que insisten en que asistan sólo los Estados miembros de las Naciones Unidas, otros que son abiertas para que puedan participar organismos no gubernamentales que estén interesados en determinados temas. Ya la Fórmula Arria tiene una gran flexibilidad para que el Consejo pueda no sólo interactuar, para que pueda enriquecerse en su visión y en su conocimiento por la diversidad de actores de la comunidad internacional.
– ¿Con qué frecuencia se producen en la actualidad estas reuniones?
Con mucha frecuencia. Ha habido unas 150 o más Fórmulas Arria. Desde una o dos veces al mes hasta, como ocurrió recientemente, dos veces en una misma semana.
– ¿Qué temas se han abordado empleando esta Fórmula Arria y con qué resultados?
– En 1997, por ejemplo, el Presidente de la Autoridad Palestina, Yaser Arafat, participó en una Fórmula Arria, aun cuando Palestina no era miembro de la ONU. O más recientemente, el pasado 22 de abril hubo una sobre el problema de agua en África como factor de estabilidad convocada por el presidente de Senegal, Macky Sall. Se invitó a otros estados miembros, principalmente de África y a representantes de grupos regionales, junto a otras instituciones tales como el Banco Mundial.
Y esta semana los embajadores de Angola y de Venezuela han convocado una Fórmula Arria para abordar la situación del Sahara Occidental, con Marruecos1.
Volviendo a los temas abordados, recientemente hubo Fórmula Arria sobre Siria, con los grupos opositores en Siria; también la hubo durante el conflicto en Libia.
– ¿Cuál ha sido su eficacia a lo largo de sus años de existencia?
– No puedo del todo responder a esta pregunta porque no he seguido tan en detalle todo lo que ha sucedido con estas reuniones. Quizás pueda referirme a lo que el embajador de Cánada en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, Robert R. Fowler, me señaló al respecto de las Fórmulas Arrias en las que había participado. De sus reuniones con tres de las ONG más importantes (CARE International, OXFAM y Medecins Sans Frontières) me señaló que habían sido las más útiles de este tipo a las que había asistido.
En cualquier caso, ha contribuido a que se tomen decisiones formales a partir de estas conversaciones informales. El tiempo ha demostrado que puede tener influencia sobre muchos acontecimientos, que luego pueden pasar a ser tratados formalmente en el Consejo de Seguridad.
Por otro lado, el modelo de la Fórmula Arria está influyendo en otros organismos similares. Tal es el caso de la OEA (Organización de los Estados Americanos), que cada vez se muestra más abierta a este tipo de reuniones informales con agentes externos.
– Desde su experiencia o vivencia personal, ¿cuál ha sido aquella o aquellas reuniones que más le han marcado, y por qué motivo?
– La Fórmula Arria más importante fue cuando trajimos al presidente de la Corte Suprema de Justicia de Sudáfrica, Richard Goldstone, en la época del Apartheid. Se estaba discutiendo el informe Goldstone, en el que se creaba un marco legal para ponerle fin al Apartheid de Sudáfrica. Yo hice llegarle un mensaje al cónsul, que viniera a Nueva York a una reunión informal que yo iba a convocar con miembros del Consejo de Seguridad. Y efectivamente vino. Tengamos en cuenta que las Naciones Unidas tenían una larga lucha para ponerle fin al Apartheid en Sudáfrica.
Pasados los años de esta reunión, Goldstone es nombrado Fiscal de la Corte Penal Internacional para la Antigua Yugoslavia. Y yo le pregunté que qué influencia había tenido para el fin del Apartheid su reunión informal con los miembros del Consejo de Seguridad a la cual yo le invité. Él luego me hizo una nota donde decía más o menos que saber que venía a las Naciones Unidas provocó en Sudáfrica inmediatamente una gran reacción en la opinión pública y en el propio gobierno, porque pensaron que era una invitación oficial del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre el tema del Apartheid. Y efectivamente él luego en Nueva York se retrata con nosotros en las Naciones Unidas, lo que confirmó para el gobierno y la opinión pública de Sudáfrica que las Naciones Unidas estaban implicadas en el tema. Así que me dijo que había sido muy útil en el proceso final de ponerle término al Apartheid; que le dio muy buena publicidad a la Comisión que el propio Goldstone dirigía. Tras ello, al gobierno de (Frederick W.) de Klerk, que era el presidente en ese momento, le resultaría muy difícil rechazar las solicitudes de mayores poderes y recursos planteadas por esta Comisión. Ese hecho abre el próximo capítulo, que fue el debate de Sudáfrica en el Consejo de Seguridad con de Klerky con (Nelson) Mandela, el jefe de la oposición. Una reunión informal, que fue la de Golstone, contribuyó a un trascendente avance del proceso de superación del Apartheid. Curiosamente, años más tarde, Golstone participó en otra Fórmula Arria; en esta ocasión acudió ya como Fiscal de la Corte Penal Internacional para la Antigua Yugoslavia, y nuevamente esta reunión le resultó muy útil.
Además de la que acabo de mencionar, por su relevancia, la reunión que más me ha impactado fue la que mantuvimos con el presidente de Bosnia-Herzegovina, Alija Izetbegović. Tras la Fórmula Arria mantenida con el sacerdote Jozo Zovko, que me llevó a implicarme activamente en esta cuestión de la antigua Yugoslavia, organicé otra, meses más tarde, con Ejup Ganić, vicepresidente de Bosnia, en un sótano de Naciones Unidas, y poco después recibíamos a Izetbegović. Recordemos que en ese momento Bosnia era una nación que estaba invadida por grupos armados promovidos por Slobodan Milošević, entonces presidente de Serbia y Montenegro. Nos encontrábamos en medio de la masacre de un pueblo, eso que llamaron «limpieza étnica», un acto de genocidio en el medio de Europa. Izetbegović nos contó sobre esta masacre en estas reuniones; y tener al presidente de una nación atropellada de esa manera era como recordar épocas históricas pasadas, como cuando Checoslovaquia fue invadida y arrasada por los alemanes, hecho que por cierto yo citaba mucho en los Consejos de Seguridad. O cuando Stalingrado fue sitiada por los alemanes; porque en ese momento Sarajevo llevaba ya 2 años sitiada por los serbios. El sitio de Sarajevo es, después de Stalingrado, el sitio contemporáneo más largo de Europa.
– ¿Cómo se produjo tal entrevista?
– Izetbegović vino a Nueva York, a las Naciones Unidas, a buscar ayuda. Su república estaba siendo atacada, diezmada por las fuerzas apoyadas por Milošević, y se reunió individualmente con los 5 miembros del Consejo de Seguridad Permanentes2, y vino a verme a mi embajada acompañado de su embajador, Muhamed Sacirbey. Para esa época yo estaba convertido en uno de los más activos miembros del Consejo para preservar la integridad de la república de Bosnia-Herzegovina, que recién habíamos aceptado como miembro de las Naciones Unidas. Después de conversar mucho con el presidente, él me relató las conversaciones que habían tenido con los miembros permanentes, y yo pude apreciar que era muy distinto lo que le habían dicho al presidente Izetbegović de lo que decían en las reuniones informales privadas del Consejo de Seguridad. Entonces hice otra invitación. En esos momentos estas reuniones no tenían nombre. Simplemente invité a los miembros del Consejo a una reunión con Izetbegović, y me di cuenta de la importancia de estas reuniones porque en esas conversaciones los miembros permanentes no podían alejarse demasiado de los puntos de vista que mantenían privadamente. Eso me hizo pensar que la importancia adicional que tenían estas reuniones era fortalecer las posiciones de los más débiles en un conflicto, como era el caso de los musulmanes en Bosnia; porque los más débiles no tienen un acceso abierto y directo con los miembros permanentes. La Fórmula Arria en ese sentido se convirtió en una vía que ayudaba a conocer de primera mano la barbarie que se estaba produciendo contra la población bosnia-musulmana,
– ¿Qué reconocimiento tiene en la ONU?
– En general tiene una amplia aceptación por parte de la mayor parte de los países miembros de la ONU. Requirió un debate al que fui invitado. Fue en 1997. Un día recibo una nota que decía: Invitación al Embajador Arria para discutir sobre la Fórmula Arria en una reunión al respecto. Fue por iniciativa del embajador de Portugal, entonces miembro del Consejo de Seguridad, Antonio Montero. Ese día fue que me enteré que mis pequeñas convocatorias de café iban a quedar sistematizadas y que me habían honrado poniéndole mi nombre. Yo he sido la única persona, que sin representar a nadie, sino en su propio nombre, ha ido a una reunión con los miembros del Consejo de Seguridad en toda la historia de las Naciones Unidas. Recuerdo que en esa reunión estaba el actual canciller de Rusia, Serguéi Lavrov, entonces embajador, que dijo sobre la Fórmula Arria: «Esta es una reunión Triple A», una Fórmula Arria con el Embajador Arria para abordar el asunto de las Fórmulas Arrias.
¿Por qué me invita el Consejo de Seguridad? Eso es lo importante. Porque la Asamblea General de las Naciones Unidas, que presidía en ese momento Razali (Ibrahim), de Malasia, en una de sus resoluciones, el punto 15 ó 16, exigía que la Fórmula Arria no fuese aplicada como un privilegio o concesión que tenían los 15 miembros del Consejo de Seguridad, sino que tenía que ser un derecho de todos los países –inclusive los no-miembros– a convocar una Fórmula Arria.
Entonces, ¿para qué me llaman a mí? Para dar mi opinión; y yo dije una cosa que hizo gracia, citando a un famoso «filósofo» norteamericano, Yogi Berra, que en realidad fue uno de los beisbolistas más famosos de los Estados Unidos, un tipo muy ocurrente, de los Yankees, y que tenía un dicho que decía «si no está roto, no lo repares» («if it ain’t broken, dont fix it»). Yo me refería a que si la Fórmula venía funcionando, era mejor no imponerla, no convertirla en una fórmula pétrea, sino flexible como había sido hasta ese momento. El Consejo tenía la opción de convertir la Fórmula Arria en una cosa formal, rígida, con parámetros, y con mi nombre, cosa que me halagaba mucho; pero más allá de que me halagara, el valor que ha tenido es que se recurre a ella. ¿Y por qué ha funcionado? Porque se hace a discreción de los miembros del Consejo de Seguridad, que es la cúpula política del mundo y no se convierte en una cuestión de discusión generalizada de las Naciones Unidas. Y así fue. De hecho así fue y sigue siendo. Para mí fue una sorpresa enorme saber que tenía mi nombre.
Desde entonces, la Formula Arria queda ya reconocida e incorporada a la modalidad de trabajo nada menos que del Consejo de Seguridad de la ONU. Tal es así, que, de hecho, es frecuente que en distintos conflictos sus actores reclamen porque se produzca en sus casos. Tal es el caso de Irak, durante la segunda guerra de Irak, que se quejaba de que no le dejaban hacer una Fórmula Arria, y finalmente no se lo concedieron.
– ¿Qué le llevó a considerar que eran necesarias un tipo de reuniones diferentes a las ya establecidas?
– Lógicamente estas reuniones respondían al deseo de promover la paz la seguridad y la estabilidad internacional, como es el propósito de las Naciones Unidas. Yo pensé que estaba hecho a la medida de las finalidades de la Carta de las Naciones Unidas.
Si yo hubiese sido un diplomático formal nunca se me hubiera ocurrido invitar a tomar café a los miembros del Consejo de Seguridad en la cafetería de las Naciones Unidas para reunirme con un sacerdote que nos contara todas estas barbaridades, pero yo venía de ser antes gobernador de Caracas, y tal vez estaba mucho más entrenado para resolver conflictos diarios como los que hay en toda ciudad, y para ello uno tiene que reunirse con las personas que están en conflicto, sea en la calle, en una plaza, en una oficina. Los parámetros de comportamiento de una persona que tiene una responsabilidad pública como la que yo tenía lo obliga a uno a actuar en las circunstancias que sean posibles.
– ¿Cómo valora que lo que inicialmente usted planteó como una necesidad puntual acabara convirtiéndose en un procedimiento establecido y frecuente en las Naciones Unidas hasta el punto de que esta práctica lleve su nombre?
– Nunca me imaginé que una iniciativa tan lógica pudiese convertirse en una modalidad de apertura democrática del Consejo de Seguridad de la ONU. Entonces, yo no sentía que estaba inventando nada nuevo. Para mí era algo absolutamente normal. Tal vez el hecho de que yo lo viese tan normal y tan natural fue lo que le dio a esta modalidad un buen inicio.
– ¿Está satisfecho con el resultado?
– A mí no deja de asombrarme que una iniciativa que para mí era tan elemental como oír a las partes en un conflicto pudiera convertirse en lo que hoy es, una manera de facilitar la relación del Consejo de Seguridad, que es la cúpula política del mundo, con la sociedad civil, organismos no gubernamentales; hay una diversidad de actores.
Y el hecho de que lleve mi nombre me produce una gran satisfacción por mí y por mi país, del cual no pueden desvincularme ni siquiera los que hoy me persiguen (ríe), como el gobierno de Venezuela, cuyo embajador ha solicitado una Fórmula Arria para abordar el asunto del Sahara occidental (ríe). Es curioso porque justamente ese embajador de Venezuela solicitó que se excluyera el nombre de Arria de la Fórmula Arria, lo cual no ocurrió, y ahora tienen que acudir a esa Fórmula que lleva mi nombre.
– Sabemos que ha habido intentos de crear otras fórmulas o de modificar ésta. ¿Por qué cree Ud. que estos intentos no han tenido éxito?
– Sí, entiendo que uno de los intentos fue justamente el del Gobierno de Venezuela que acabo de mencionar. El embajador solicitó a la Secretaria General de Naciones Unidas que le quitaran mi nombre a la Fórmula Arria, lo cual por supuesto no fue atendido. Ese fue el intento. Pero, sin embargo, este mes han tenido que apelar a una Fórmula Arria (ríe nuevamente).
La entrevista se produce en un ambiente relajado, donde el embajador Arria se muestra próximo y dispuesto a abordar todos los asuntos, sin ningún tipo de censura por su parte. Es más, en alguna ocasión se le plantea si alguno de los comentarios que ha hecho debe aparecer y siempre da su conformidad. «Claro que sí», será su respuesta habitual ante las dudas del entrevistador. Queda hablar de Venezuela y de la actual mediación que está realizando el expresidente español Rodríguez Zapatero. Debatimos el tema un buen rato, pero ambos entendemos que eso forma ya parte de otra entrevista. Las heridas están muy abiertas y Arria no se va a conformar con dedicarle a un tema que lleva en la sangre sólo un breve espacio. Quedará emplazada para futuras ocasiones, para nuevos «pequeños cafés», porque Arria siempre dejará la puerta abierta para que todo aquel que lo requiera pueda intercambiar con él unas palabras reflexivas.
D. Diego Enrique Arria Salicetti
Es un importante economista, político y diplomático venezolano; destacada figura tanto a nivel nacional como internacional.
A nivel nacional, tras sus éxitos como Presidente de la Corporación Nacional de Turismo (1969-74) y Presidente de la Unión de Organismos Oficiales de Turismo de las Américas (posteriormente Organización Interamericana de Turismo) (1973), fue Diputado en el Congreso de Venezuela (1973-74), Gobernador de Caracas, Distrito Federal (1974-76) y Ministro de Información y Turismo (1977-78), puesto al que renuncia para presentarse como candidato independiente para las Elecciones presidenciales de Venezuela de 1978.
Tras ello, retoma su importante labor internacional, que ya se había iniciado en la década de 1960 como Director del Banco Interamericano de Desarrollo (BID, Washington D.C., 1965-68). Fue imprescindible su negociación con el dictador Pinochet para liberar al opositor Orlando Letelier; y, tras su asesinato en Washington D.C., para poder llevar el cuerpo de Letelier a Caracas hasta la salida del dictador.
En este nuevo periodo, en el ámbito internacional, destaca su rol como Representante Permanente de Venezuela ante las Naciones Unidas (1991-93) y Presidente del Consejo de Seguridad de la ONU (marzo 1992). La buena labor realizada durante este periodo justifica que fuera posteriormente reconocido como Secretario General Adjunto de la ONU y Consejero especial del Secretario General Kofi Annan, hasta 2007.
Como representante de Venezuela en el Consejo de Seguridad (1992-1993), inicia en 1992 la práctica de las reuniones posteriormente llamadas «Fórmula Arria».
Igualmente, entre sus muchas acciones en este periodo, hay que destacar que presidió la Misión de la ONU en la antigua Yugoslavia durante el sitio de Srebrenica, a donde acude en 1993. Fue uno de los mayores denunciantes de la situación que encontró. Presentó un informe al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas donde denunciaba la situación de peligro, haciendo un símil con el famoso título de la novela de García Márquez, «Crónica de una muerte anunciada». Por desgracia, sus advertencias no fueron tenidas en cuenta y año y medio más tarde se produce la terrible masacre. Para más información sobre este importante episodio en el que el Embajador Arria jugó un papel imprescindible, recomendamos el vídeo: «ESPECIAL: Moisés Naím entrevista a Diego Arria», en:
https://www.youtube.com/watch?v=6wneuKxTaeA&sns=tw
Arria participó así mismo en las negociaciones de paz de Bosnia, Los Balcanes, El Salvador, Haití, Guatemala, Somalia y Ruanda, y fue uno de los impulsores de la creación de la Corte Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, así como testigo contra el ex-presidente serbio Slobodan Milošević y contra el antiguo líder serbobosnio en Bosnia-Herzegovina, Radovan Karadžić, y en la defensa del comandante bosnio-musulmán Naser Oric, que estuvo al mando de las fuerzas del Ejército de Bosnia-Herzegovina en Srebrenica.
Más recientemente, en 2011, regresa a la política nacional, denunciado a Hugo Chávez ante la Corte Internacional Penal de La Haya por Crímenes contra la Humanidad. Igualmente, presentó su precandidatura para la Presidencia de Venezuela, que ganó el candidato Henrique Capriles. Sin embargo, entendiendo la evolución de este personaje histórico, actualmente militante activo en la oposición al gobierno de Nicolás Maduro, podemos dar por hecho que el Embajador Arria seguirá activamente su lucha por los Derechos Humanos, y la evolución y el reencuentro de su pueblo.